• Qué es el interés compuesto y en qué se diferencia del interés simple 
• Cómo conseguir sacarle el máximo provecho a este concepto en nuestras inversiones

El interés compuesto consiste en la acumulación de rendimientos sobre rendimientos anteriores. Permite aumentar los ahorros a lo largo del tiempo en mayor medida que el interés simple, al aplicarse sobre la cuantía inicial más las ganancias que se van obteniendo con el tiempo.

 

En el interés compuesto, los intereses que se consiguen en cada periodo se van sumando al capital inicial, con lo que se generan nuevos intereses. Se aplica al ahorro, a la inversión y a los préstamos. 

 

Dicho de otro modo, el interés compuesto es poner a los beneficios de una inversión a trabajar para que a su vez generen más beneficios.

 

 

En el gráfico, puedes ver la evolución de dos inversiones que siguen caminos muy distintos a pesar de que, en ambos casos, parten del mismo capital inicial de 100€, comparten un horizonte temporal de 30 años y ambos generan una rentabilidad anual del 7%.

 

Entonces, ¿cómo es posible que la misma inversión, durante el mismo tiempo y con la misma rentabilidad transforme 100€ en 761€ en un caso y en solo 310€ en otro?

 

Veamos un ejemplo para entender el efecto matemático del interés compuesto. Si tenemos un depósito que da un interés compuesto anual de 3% e invertimos 1.000€ durante 3 años, la rentabilidad obtenida el primer año será el 3% de 1.000€, que equivale a 30€.

 

El segundo año, el valor inicial del depósito es de 1.030€. Por tanto, con un interés compuesto anual del 3%, la rentabilidad obtenida el segundo año será el 3% de 1.030€, que equivale a 30,9€.

 

El tercer año, el valor inicial del depósito es de 1.060,9€. Con un interés compuesto anual del 3%, la rentabilidad obtenida el tercer año será el 3% de 1.060,9€, que equivale a 31,83€.

 

Por lo tanto, al final de los 3 años habría obtenido 92,73€ de intereses a partir de la inversión inicial de 1.000€. El valor total de la inversión tras 3 años asciende a 1.092,73€.

 

Hay una fórmula con la que podrás calcular el capital final que recibirás al aplicar el interés compuesto, que es la siguiente:

 

 

Valor Futuro  =  Valor Actual  x  (1 + tasa de interés) ^ Plazo 

 

 

En el ejemplo que comentábamos, con 1.000€ de inversión a un 3% anual durante 3 años, tendríamos:

• Valor actual = 1.000€
• Tasa de interés = 3% = 0,03
• Plazo = 3 años

 

Valor Futuro  =  1.000 €  x  (1 + 0,03)³  =  1.092,73 € 

 

 

El interés compuesto permite reinvertir las ganancias y obtener intereses sobre los intereses ya acumulados. Las ganancias totales aumentan mucho más rápido en comparación con el interés simple, donde los intereses se ganan sólo sobre el capital principal.

 

El poder del interés compuesto radica en invertir a largo plazo, aprovechando el paso del tiempo y poniéndolo a nuestro favor. Las rentabilidades que se van generando con las inversiones se suman al capital inicial y permiten incrementar las ganancias con el mismo esfuerzo de ahorro. Se trata de un efecto bola de nieve. Cada retorno adicional aumentará a mayor ritmo la riqueza.

 

Así que, aunque los inversores hablan con frecuencia de la magia del interés compuesto, se trata de un concepto nada mágico y sí muy real. Y, para beneficiarse de él, lo único necesario es seguir, al menos, estos tres hábitos:

 

1. Reinvertir los beneficios y dejar que se activen las matemáticas del interés compuesto en las inversiones.
2. Plantear las inversiones al plazo más largo posible dentro de nuestros límites personales.
3. Hacer aportaciones periódicas con el dinero que no necesitemos a corto plazo.

 

Lo único verdaderamente mágico del interés compuesto es que es una fuerza que cualquier ahorrador puede invocar y de la que todos –con independencia de la edad, la riqueza o de la capacidad de ahorro– podemos aprovechar si seguimos los tres hábitos anteriores.

 

Como decía en una cita Albert Einstein: “El interés compuesto es la octava maravilla del mundo... Aquel que lo entiende, gana dinero; aquel que no, lo paga”.

 

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