Invertir es poner tu dinero a trabajar.

 

Las empresas que hacen posible nuestro modo de vida se vuelven más fuertes cada día e invertir es convertirte en su dueño.

 

Invertir es poner tu dinero a trabajar. Es convertirse en empresario con un único empleado: su capital. Un capital que trabaja para ti las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Invertir es conseguir que un euro de hoy genere más euros mañana. Es beneficiarse del talento, de la inteligencia y de la capacidad del ser humano para encontrar soluciones y superar todo tipo de catástrofes, desde guerras mundiales a pandemias.

Invertir es proteger el poder adquisitivo de tus ahorros. El dinero estancado en el banco puede comprar cada vez menos cosas porque se queda quieto mientras el coste de la vida sube. Este deterioro silencioso en el valor de la moneda se llama inflación y supone una pérdida cierta para tu capital.

 

 

¿SI INVIERTES PUEDES TENER PÉRDIDAS A CORTO PLAZO?

Sí, ese es el peaje por el que hay que pasar para conseguir rentabilidad a largo plazo. Pero, mientras decides no invertir, tus ahorros pierden valor por el mero paso del tiempo por culpa de la inflación. Y esta es una pérdida especialmente lesiva porque es segura y sucede a cambio de nada: con la inflación sólo se pierde. Para evitarla incluso los ahorradores más conservadores tienen que invertir.

Invertir es beneficiarse del valor generado por las empresas que hacen posible nuestro modo de vida. Cada día millones de personas compran los mismos productos y contratan los mismos servicios. Cada día, tus decisiones premian a las compañías que ofrecen las mejores propuestas para sus clientes.

Cada día, estos negocios se vuelven más fuertes e imprescindibles. Invertir es convertirte en su dueño.

 

Invertir es gastar menos hoy para tener más patrimonio mañana. Es emplear tu capital para realizar tus objetivos financieros personales, como comprar una casa, pagar los estudios de tus hijos, complementar los ingresos laborales o afrontar la jubilación con holgura. Invertir es pensar a largo plazo para alcanzar lo que, de otra forma, sería inalcanzable.

 

Si hace diez años hubieras comprado $500 en acciones de Apple, 100€ en acciones de L’Oreal o 200€ en acciones de Adidas, hoy tendrías $5.000, 425€ y 580€ respectivamente.

A largo plazo la recompensa es para quien invierte su dinero en grandes empresas como estas. Por eso, lo que te proponemos es que, además de ser su cliente, te conviertas también en su propietario.

Nosotros ya lo somos.¿Quieres serlo tú también?