En primer lugar, el coste de las placas fotovoltaicas se ha reducido en un 80% en 5 los últimos años. Actualmente, asumiendo una vivienda de 100 m² donde viven 4 personas y se gastan unos 6.000 kWh anuales, y teniendo en cuenta que el coste de una instalación fotovoltaica puede rondar entre 0,8 y 1,4 € por kWh, el coste promedio de una instalación para este nivel de consumo rondaría entre 5.000 y 7.000 €.
Evidentemente el coste real del proyecto dependerá de muchos factores, tales como la potencia deseada (a más potencia, más placas y por tanto más coste), tipo y tamaño de la vivienda, ubicación geográfica, orientación del tejado (no genera la misma potencia una vivienda unifamiliar con un gran tejado orientado hacia el sur en Murcia que un edificio de una comunidad de vecinos en Bilbao), incluso la tecnología de la instalación (no es lo mismo instalar un inversor común para todas las placas que un microinversor para cada panel).
Una vez conocido el coste de una instalación fotovoltaica, lo siguiente es calcular el ahorro que se consigue gracias a dicha instalación, para ello hay que comparar el coste promedio anual de la factura de la luz de una vivienda estándar, con el coste anual imputable -es decir, la amortización anual- de la instalación fotovoltaica. Y resulta que España es uno de los países con la electricidad más cara en Europa: los 6.000 kWh/año de energía que consume una familia promedio de 4 miembros suponen una factura anual de algo más de 1.000 €. Teniendo en cuenta que una instalación fotovoltaica tiene una vida útil de entre 20 y 25 años, el coste anual imputable de la instalación promedio anterior son unos 300 €/año. Esto quiere decir que el ahorro anual en la factura de la luz utilizando placas fotovoltaicas podría suponer hasta un 70% del total. A este ritmo de ahorro, la amortización de una instalación fotovoltaica se consigue en un período de entre 6 y 8 años.
En resumen, cada kilovatio/hora que consumimos de nuestras placas solares se transforma en euros ahorrados.